Hace un par de años tuve la oportunidad de visitar Ancash y deleitar mi vista con la hermosura de sus enormes montañas, cubiertas con esa nieve blanca y abundante. Sin embargo, el calificativo de "abundante nieve blanca" corre el riesgo de desparecer, cuando nos refiramos a alguna montaña en el Perú. El Huascarán y sus demás hermanos blancos tienen los días contados por el calentamiento global; asimismo, la contaminación ambiental es un riesgo más al ya mencionado. Y es que, como comentario, les digo que no sabemos apreciar ni querer lo que tenemos. El hecho de ser limeño mazamorrero no evita que pueda apreciar y querer esas maravillas de la naturaleza que son los nevados peruanos, más aún si en una zona tropical a la que pertenece Sudamérica, la Cordillera de los Andes ha creado tales maravillas, no sólo para los peruanos, también para el mundo.
Creo que ninguno de nosotros se merece un castigo semejante, como es el de privarnos de no tener a los más bellos nevados del mundo (sino lo saben, el Alpamayo fue considerado en una ocasión el nevado más bello del mundo). Asimismo, invoco a los jovenes escolares que visitan Ancash en su viajes de promoción a que cuiden lo nuestro, pues, no me olvido de esa vez, en el viaje que realice, que a pesar de la advertencia de los guías y profesores de no dejar bolsas plásticas en los nevados, los escolares hicieron lo contrario, pues dejaron regada las bolsas, sin tomar conciencia del daño que estaban causando.
Los nevados no nos acompañarán por siempre estimados paisanos, si es que no los cuidamos como debe ser: Con amor a nuestra tierra.
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